Cambiar de actitud
2 noviembre, 2021Por Marta Vázquez Razquin.
Alumna del grado en Relaciones Internacionales de la Universidad de Deusto.
¿No te parece que cada vez que pones las noticias siempre hay un desastre natural? ¿O que cada vez son más frecuentes? Los incendios en Australia y Oregón (EEUU); inundaciones en Asia; terremotos en Turquía, México y el Caribe; tormentas tropicales, huracanes y ciclones en América; vertido de petróleo en el Ártico. Y estos son únicamente algunos de los desastres ocurridos en 2020 y 2021. Y pensamos que únicamente, o sobre todo, ocurren en lugares lejanos a España, lejanos a Euskadi…. Hasta que la borrasca Gloria llega a nuestro país (enero 2020), 1800 hectáreas arden en Bidasoaldea (febrero 2021), o un volcán entra en erupción en La Palma (actualmente).
Con esto no quiero decir que no nos preocupemos por lo que sucede en otros lugares del planeta, que seamos insensibles al sufrimiento de otras personas, pero hay que reconocer que una vez el ciclo de vida de una noticia acaba, estos desastres toman una posición secundaria. Y hasta que no nos afecta personalmente, no somos conscientes de lo importante que es la acción por el clima.
El ámbito científico ha demostrado que el cambio climático afecta la frecuencia e intensidad de estos fenómenos naturales extremos. Y aunque no podemos caer en el catastrofismo climático, debemos trabajar en pos de una sociedad sostenible, buscando medidas para frenar el avance del cambio climático. Porque aunque algunos lo nieguen, ha pasado de ser una posibilidad a ser un hecho.
Con todo esto no te quiero decir que con que dejes de utilizar cubiertos de plástico, utilices bolsas reutilizables y cojas el transporte público en vez del coche vayamos a salvar el planeta, porque aunque todos y cada uno de los 7.800 millones de personas que vivimos en la Tierra pongamos nuestro granito de arena, lo que mayor impacto va a tener es la presión que ejerzamos sobre las grandes empresas. Debemos conseguir que sean neutrales en cuanto a emisiones de carbono (carbon neutral), que no caigan en el green-washing, y que sustituyan sus modelos de producción por unos más sostenibles. ¿Parece una tarea compleja verdad?
Parece que son las empresas las que tienen el poder y que nosotras solo podemos adaptarnos a lo que nos ofrecen, pero esto no puede distar más de la realidad. Si nosotras damos nuestra opinión y presentamos nuestra reivindicación, ya sea a través de recogidas de firmas, manifestaciones o cambiando nuestros patrones de compra, las empresas se van a ver afectadas y no les quedará más remedio que cambiar ellas también.
Si nosotras cambiamos nuestra actitud, las empresas y los gobiernos se verán obligados a cambiar de actitud. Conseguiremos frenar el avance del cambio climático, y conseguiremos cuidar de nuestra Tierra para que las generaciones futuras puedan disfrutar de ella también.
Es por todo esto y más, que las Naciones Unidas decidieron en 2015 que la Acción por el Clima sería el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 13 de la Agenda 2030, y marcó, por ejemplo, como metas de este ODS: “fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países; incorporar medidas relativas al cambio climático en las políticas, estrategias y planes nacionales; o, mejorar la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional respecto de la mitigación del cambio climático, la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta temprana.”
Marta Vázquez Razquin.
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Foto: United Nations
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Grande Vazquez