Cleofé Campuzano sobre Educación en Museos

María Cleofé Campuzano nació en Murcia en 1986. 
Es poeta y educadora en museos. 

Estudió Filología Hispánica y Educación Social, 
con posterior máster en Antropología social y cultural, 
así como en Museos, educación y comunicación. 
Participa habitualmente en revistas de poesía 
(La Galla Ciencia 2014, el número especial de 
Empireuma 2014, El coloquio de los perros 2015, 
Opticks Magazine 2015, El Axolote 2016 
y Círculo de Poesía 2016). 
Actualmente divide su labor entre sus investigaciones 
sobre patrimonio y educación, la poesía,
 y el comisariado pedagógico en arte contemporáneo.


Cleofé es entrevistada por Irene Postigo.

 

Leí con gusto en uno de tus artículos en Revista Mito, cómo enfatizabas los vínculos entre acción social, museo, y arte contemporáneo. ¿Es la educación el hilo que enmarca? ¿Es la educación la piedra angular? ¿Cómo se integra la educación en la gestión cultural?

En respuesta a esas dos primeras cuestiones, considero que la educación nos sitúa en marcos de visibilidad/invisibilidad que mueven al individuo y las sociedades. El proceso educativo existe incluso antes de crearlo como concepto y, en ese sentido, hay una lógica de inmersión en la que siempre estamos implicados de manera más o menos consciente. Por tanto, partimos de un posicionamiento educativo siempre ante la vida y ante cualquier acción que nos permita afrontarla con una ideología específica (entendida como ideario y valores que nos permiten interactuar con el mundo); y es este corpus el que nos posiciona ante los procesos de acción sin excepciones, ya sean personales y/o profesionalizadores. Como profesional de la pedagogía social, soy conocedora de que este hecho comporta una gran dificultad y siguiendo a Honneth podemos decir que en nuestro proceso de interpretación del entorno, se da una relación de dependencia mutua entre la realidad del mundo y nuestros valores. Este aspecto es delimitador porque nos integra en una gestión concreta de nuestras decisiones y en consecuencia, nos proporciona un enfoque a modo de prescripción facilitadora (paradigma educativo) ligada a procesos de asunción o ruptura con los sistemas culturales establecidos.

 

La educación en museos es, en cierta forma, un llamado a participar del arte. ¿Cómo definir la educación en museos? ¿Cómo invitar a participar desde dentro? ¿Cuál es el papel del educador como mediador cultural?

 La educación en museos puede tener diferentes consideraciones en función de la disciplina de estudio y también hemos de tener en cuenta que es un concepto variable, no estático, que puede vascular con el tiempo y con el flujo de experiencias. Yo la entiendo desde la lógica antropológica, sumando el punto de vista de la pedagogía social/educación social por una parte y el de la educación artística, por otra. En definitiva, para mí, la educación en museos o centros de arte tiene la gran facultad de significarse en procesos pedagógicos emancipatorios, en entornos donde el aprendizaje se torna más flexible y acepta nuevas formas pedagógicas de expresión que posibilitan, a su vez, la investigación educativa en su amplio espectro. Aquí reside esa capacidad autoregenerativa de la educación que, en estructuras más cerradas (educación formal) de habitus estandarizado, no es posible. Y esto me lleva a dar respuesta al segundo y tercer interrogante: desde la educación en museos se promueve una conciencia crítica del lugar que ocupamos en el mundo y eso es tarea común de los mortales; todos podemos participar de ella, todos debemos participar de esa acción a cualquier edad y en cualquier circunstancia, sin distinciones. La llamada a la participación y a la emancipación comunitaria es un supuesto tácito y también una misiva intencional que se ha tornado también objetivo primordial de los departamentos de educación de los museos/centros de arte y que de forma específica se viene desarrollando desde lógicas aperturistas y comunitarias, cada vez más frecuentes en las entidades culturales.

 

La interacción del museo con su público es una dinámica cambiante ¿Cómo adaptarse a esa variación? ¿Cuáles son los retos de comisariado pedagógico? ¿Son esos retos particulares cuando se trata de arte contemporáneo?

Es cierto que los virajes del museo/centro de arte son imprevisibles y que pueden cambiar y cambiarán con el curso social pero, es necesario matizar que es una institución que ha roto con la característica de reproductividad que caracteriza tradicionalmente a las instituciones culturales. Desde un punto de vista personal, ha asumido el cambio como parte de su carácter constitutivo y se va haciendo fuerte en ese proceso. Posiblemente, por este motivo, ahora resuena este concepto de “comisariado pedagógico” precisamente para contraponerlo al comisariado clásico de arte contemporáneo de un carácter más parcialista o alejado de la sociedad como conjunto. Hoy, la mayoría de propuestas de comisariado se conceptualizan desde una lógica de acercamiento social, de cuestionamiento crítico y con planteamientos más inclusivos. Quizás, este rasgo sí constituya uno de los retos del arte contemporáneo en nuestros días, entendiéndolo como proceso vivo que nos interpreta y que nosotros también podemos interpretar. En este sentido se planteaba la comunicación “El pensamiento amplificado y el comisariado pedagógico en arte contemporáneo” de las 19 Jornadas DEAC: “Todas las creaciones tienen un fondo que las sustenta y elementos que pueden usarse en beneficio del enriquecimiento del ser humano, aspecto que ha de considerar el comisario si su foco de atención es trazar el vínculo social con la comunidad que el arte necesita para significarse”.

 

EducaThyssen

 

Desde los Objetivos de Desarrollo Sostenible se apuesta por una educación inclusiva, equitativa y de calidad (ODS 4). ¿Cómo se trabaja desde la educación en museos por la inclusividad?

            Desde hace varios años, se trabaja desde un punto de vista inclusivo, un espacio abierto al público en general desde el diseño universal, la justicia social y el desarrollo comunitario. De este modo, se han implementado nuevas propuestas pedagógicas desde lógicas inclusivas destinadas a familias, adultos, tercera edad, infancia, personas con diversidad funcional, con diagnóstico de salud mental, entre otras; pero va mucho más allá y lo que ahora se pretende es una “complicidad de acción” (me gusta este concepto y últimamente lo estoy desarrollando más ampliamente) en la que todos los agentes puedan tomar parte de cara a la transformación social. Podríamos citar multitud de ejemplos y eso es una buena noticia; pero por proximidad y conocimiento de primera mano, podríamos citar el Congreso Internacional sobre Educación y Accesibilidad en Museos y Patrimonio, que precisamente acaba de celebrar su IV edición en Portugal y que vela por generar una plataforma de visibilidad a esta lógica de acción que vertebra metodologías participativas y trasformadoras. Otro ejemplo podría ser el que se realiza desde el Centro de Arte La Panera en Lleida; partiendo de proyectos de red arraigados al territorio en los que el tejido social siempre acaba siendo otro, una vez se han iniciado los procesos; al hilo de esta idea, el día 27 de octubre tuvo lugar el debate “Art, Creativitat, Transformació i lo Social” organizado conjuntamente con el Colegio de Educadores Sociales de Catalunya dando voz propia a estos engranajes híbridos que vehiculan la educación social y la educación en espacios de arte.

 

¿Existen otros espacios educativos alternativos al museo para la promoción y difusión de la cultura? En este sentido, ¿cómo integrar la poesía en la educación?

            Todos los espacios encargados de transformar el conocimiento y tomar parte en su construcción son espacios educativos y promotores de aprendizaje. La poesía siempre ha significado para mí ruptura, un asentamiento en un terreno por construir distinto al que sustenta mi peso y, en esta latitud, se convierte en una vía más para el ejercicio del “distanciamiento” y de la “aproximación”; dos aspectos clave que considero fundamentales para repensar la educación y para implementarla. Artistas como Brossa o Camnitzer, siempre me han fascinado; son dos ejemplos diferentes que pueden ilustrar esa idea inicial que planteaba, cómo los canales de expresión generan espacios de intermediación donde la realidad puede cuestionarse desde otros ángulos y cuyas perspectivas enfrentadas alumbran otros caminos posibles.

 

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