La igualdad es poder

Por Naiara Nájera Etxeandia.
Alumna del grado de Derecho y Comunicación de la Universidad de Deusto. Campus de San Sebastián.


Hace ya más de un año que comenzó la pandemia. Esta crisis sanitaria pilló desprevenidos a los y las dirigentes. Al principio se desconocía qué decisiones había que tomar, se miraban unos a otros para saber qué hacer y mediante el acierto y el error se iban trazando las medidas. En esta situación, la sociedad comenzó a comparar a sus dirigentes. Muchos erraban y no eran vistos con buenos ojos ante la sociedad, pero hubo quienes sí lograron cierta simpatía por parte de la ciudadanía.

Uno de los ejemplos más claros es el de Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda. Su firmeza, perseverancia y sensibilidad llevó a que Nueva Zelanda se viera poco afectada por la pandemia, comparado con el resto de países. Otro de los grandes ejemplos de la buena gestión durante la pandemia fue Sanna Marin, primera ministra de Finlandia, quien actuó rápido, usó políticas de prevención más que de solución y ha sido muy aplaudida por los propios finlandeses. Erna Solberg, primera ministra de Noruega, también cosechó muy buenos resultados gracias a sus políticas anticipatorias y firmes.

Las dirigentes que han recibido mayor reconocimiento por su buen hacer resultan ser mujeres. Raro sería que fuera casualidad, ya que solo 20 países del mundo tienen mujeres al frente del país, es decir, el 6,2%. Pensando de forma simplista, cualquiera podría afirmar que los hechos indican que las mujeres lideran mejor. Sin embargo, recomiendo mirar más allá. No considero que lo que esto demuestra sea que las mujeres son más inteligentes y mejores líderes que los hombres, sino que la ciudadanía que es capaz de elegir a una mujer como su líder sí que demuestra ser más inteligente. El hecho de que, habiendo todavía una cultura patriarcal extendida por todo el mundo, haya habido países capaces de aceptar la opción de que una mujer pueda gobernar, y más aún, haya sido finalmente la elegida para hacerlo, demuestra que las sociedades feministas son más avanzadas, y no sólo en los asuntos de género. La igualdad de género es un derecho que favorece por igual a todas las personas, y aquellos países que han sido capaces de comprenderlo son los que demuestran más capacidad ante el resto de situaciones, como una grave crisis sanitaria.

Las mujeres tienen derechos y deben tener oportunidades para desarrollarse como cualquier otra persona. Un país desarrollado no puede serlo si la mitad de la población está subordinada a la otra mitad. Un país, para ser capaz de vencer la Covid19, debe antes ser capaz de vencer el virus del patriarcado. Para que las mujeres cambiemos el mundo, y para que podamos evolucionar y mejorar, primero hay que defender el derecho de la igualad de géneros.

Naciones Unidas adoptó en la Agenda 2030 como Objetivo número 5 lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas. En dicho objetivo se manifiesta que es necesario poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo; que hay que asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo; o que hay que aprobar y fortalecer políticas acertadas y leyes aplicables para promover la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas a todos los niveles, entre otras cosas.

Cuando un país logre garantizar la igualdad de género y la dignidad del propio país, entonces sí que estará preparado para afrontar cualquier otro reto que nos venga en el futuro.

Naiara Nájera Etxeandia.
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Imagen: UN women

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