«La principal barrera a la que se enfrentan los refugiados son los estereotipos» Patricia Bárcena, directora de CEAR-Euskadi
10 octubre, 2016Para conocer todas las aristas de la realidad hay que abrir la mirada y observar para todos los lados. Estamos rodeados de noticias que nos cuentan cómo son los refugiados y refugiadas, cómo llegan, cómo mueren y cómo, los más afortunados, sobreviven. Cómo son acogidos o mejor dicho, desestimados por los países a los que acuden en busca de un futuro. Pero no basta con asomarnos a las pantallas, es necesario conocer sus experiencias e implicarnos para saber lo que de verdad sienten estas personas.
CEAR es una organización que lleva más de 30 años realizando una acción voluntaria humanitaria, independiente y plural para defender y promover los Derechos Humanos y el desarrollo integral de las personas refugiadas, apátridas y migrantes con necesidad de protección internacional y/o en riesgo de exclusión social. Realizan una labor realmente encomiable y para conocer cómo trabajan desde dentro y cómo ayudan a las personas que acuden a sus instalaciones hablamos con Patricia Bárcena García, directora de CEAR-Euskadi.
- Patricia, ¿cómo es el proceso que se pone en marcha cuando una persona acude a CEAR-Euskadi?
CEAR trabaja en la defensa y promoción de los derechos humanos de las personas solicitantes de protección internacional, las personas apátridas o personas inmigrantes que están en una situación vulnerable. Esto implica que el perfil de las personas que llegan a la organización es muy diverso, con todas ellas trabajamos para promocionar sus derechos para que, evidentemente, puedan vivir con plena garantía de derechos entre nosotros y les acompañamos en ese proceso de integración. Al mismo tiempo, trabajamos para evitar que las personas tengan que salir de sus países.
Tenemos diferentes líneas de trabajo. Con respecto a las personas que llegan, ponemos en marcha la línea de intervención social. En la parte de intervención, actuamos en función de si se trata de una persona solicitante de intervención internacional, un apátrida o una persona que está en una situación de inmigración vulnerable pero que no ha identificado su proceso. Lo primero que hacemos es un acercamiento, un primer diagnóstico de cómo es la situación de esa persona y acompañarle o derivarle a otros recursos si excede de lo que nosotros hacemos. En la actualidad quizá el porcentaje más alto de personas con las que trabajamos son solicitantes de protección o personas a las que se le ha denegado el asilo. Hay que tener en cuenta que España está actualmente denegando un 7 de cada 10 solicitudes con lo cual hablamos de personas refugiadas y cuando hablamos de personas refugiadas no significa que sean personas que tengan el estatuto de refugiadas, que el estado les haya reconocido como tales, porque para nosotros refugiados son quienes pidieron asilo y se lo denegaron o quien no lo pidió porque no le interesó ese proceso. Es toda persona que manifestó haber tenido un temor en su país de origen. Hay muchas que se encuentran en la categoría de inmigrantes, pero dentro del imaginario colectivo o la categorías legales no estarían dentro del solicitante de asilo, sino un migrante en situación más vulnerable. Con ellos intentamos hacer acompañamientos integrales, que les sirvan para que puedan estar asesorados en todos los ámbitos, ya sea en la acogida, en la parte psicológica, en el educativo, el jurídico… Con las personas que trabajamos lo hacemos de manera integral. Y luego hay muchas otras personas a las que tenemos que derivar a otros recursos. En la línea de incidencia lo que hacemos es trabajar para transformar bien a través de la presión política, a través de la generación de una ciudadanía crítica, de la sensibilización o de la comunicación y la información poniendo sobre la mesa las causas que generan los desplazamientos forzados.
Trabajamos cuatro líneas principales que son la externalización de las fronteras, la persecución por motivos de género, la convivencia intercultural y el derecho de asilo, que ahora se ha puesto de moda pero que en los últimos años estaba en claro deterioro.
- ¿Hay algún perfil predominante entre las personas que vienen a CEAR?
Está cambiando mucho el perfil, de hecho está creciendo el número de solicitantes de protección internacional, está siendo más amplio. En el año 2012/13 hemos tenido las cifras de protección internacional más bajas de Europa. Estábamos a la cola en los países europeos con entorno a las 3.000 solicitudes de asilo en toda España. Esto es poquísimo en un mundo donde existen tantos conflictos y la ACNUR habla de 65 millones de personas que han tenido que abandonar sus hogares. 20 millones de las cuales ya han traspasado las fronteras de su país.
Las cifras de España han sido siempre irrisorias, en los últimos dos, tres años se han aumentado un poco las cifras. En el año 2014 hubo casi 6.000 solicitudes y el año pasado 2015 ha habido casi 15.000. Siguen siendo unas cifras muy pequeñas con respecto a Europa, pero a nivel nuestro implica que se duplica el trabajo, se tienen que duplicar los recursos de acogida porque acoger a las personas refugiadas es una obligación del Estado y por lo tanto crece enormemente el trabajo que tenemos. Nosotros en Euskadi, que teníamos un perfil mezclado, prácticamente el 50% de las personas que atendemos tenían un perfil de inmigración vulnerable y el otro 50% de solicitudes son de protección internacional. En la actualidad está variando y creciendo el número de solicitantes que tenemos. En función de la nacionalidad es muy variada, ahora mismo en 2016 la primera nacionalidad de asilo de España en el segundo trimestre ha sido Venezuela. No han sido ni Siria ni Ucrania, que irían después. Sin embargo, en nuestro imaginario colectivo el solicitante de asilo está ligado a esas dos nacionalidades, pero la realidad no es así. En Euskadi tenemos una variedad enorme. Hay personas que vienen de Palestina, de Pakistán, de China, de Congo, de República Centro Africana… hay unos perfiles muy variados.
- En el caso de menores de edad, ¿cómo actuáis?
Los menores pueden venir con sus familias y entonces la solicitud se hace conjunta o pueden venir solos. En este último caso la competencia la tiene la Diputación Foral de Bizkaia y entonces lo primero que hay que hacer es hablar con la fiscalía de menores para que protejan a ese menor a nivel de acogida. Y una vez acogido al tutor se le informa de la posibilidad de pedir protección internacional. Pero, no hay casos de solicitantes de asilo de menores no acompañados aquí. Sí que tenemos menores, pero con sus padres.
- ¿Cuáles son los servicios que se les ofrecen en CEAR?
La ayuda es integral. Tenemos una parte de los programas de acogida, que como es competencia del Estado, financia el Estado, entonces el Ministerio de Empleo y Seguridad Social tiene una red de acogida en toda España que se gestiona a través de una serie de organizaciones. Pero digamos que el groso de las plazas de acogida en España las gestiona el propio ministerio, que tiene un par de centros, CEAR, La Cruz Roja y Accem. En Euskadi tenemos 116 plazas de acogida distribuidas en diferentes dispositivos, pisos principalmente.
Hay personas que llegan solicitando protección internacional que son derivadas a esos pisos de acogida, bien a los nuestro o a otros, y hay otras personas que no acceden a una acogida de vivienda porque tienen recursos propios o porque tienen un familiar o alguien que les acoge en esa primera estancia en Euskadi. Digamos que el itinerario empezaría con una acogida en cuanto al alojamiento, la nutrición y el vestido, que tiene una temporalidad de entre 6 y 9 meses. Posteriormente, hay otra fase que se llama de integración en la que acceden a una vivienda propia, aún no tienen recursos propios porque no pueden trabajar hasta haber transcurrido 6 meses desde que es solicitante. Se les sigue dando apoyos para que puedan encontrar una vivienda, un empleo y vayan consiguiendo autonomía. Durante todo su proceso nosotros hacemos el seguimiento. No solo a nivel jurídico, sino también a nivel social. Hay educadoras, trabajadoras sociales y una atención psicológica permanente porque hay personas que vienen muy rotas y esta primera etapa hay que hacer un trabajo de acompañamiento importante. Además, del aprendizaje del idioma que es uno de los grandes retos. La administración siempre dice que es muy importante, que es uno de los primeros pasos a la integración, pero no es fácil y hay personas que no están en disposición de aprender. Cuando has pasado por una situación traumática, primero necesitas pasar un duelo y luego aprender. La mente no está abierta a aprender. Y además hay que tener en cuenta los casos personales porque hay gente que aprende rapidísimo, que incluso ya hablan castellano y otros a los que les cuesta más. Tenemos casos de todo tipo, no tiene que ver la situación de un venezolano, de un eritreo que igual no ha estado escolarizado o de un sirio que ha ido a la universidad. Tenemos compañeras que su trabajo es conocer bien a las personas para poder hacer un itinerario individualizado. Cada persona sigue un proceso diferente. Hay otras personas a las que les ayudamos jurídicamente, porque están en otro centro o les ponemos en contacto con compañeros que estén en el lugar al que les han enviado.
Hace 15, 20 años, hubo un impás en el que parecía que las personas refugiadas no existían y nosotros intentábamos sacar la cabeza entre la marea para visibilizar ésta situación. Ahora hay una ola de solidaridad ciudadana muy importante que hay que aprovechar porque en la fase de autonomía, cuando ya dejan los pisos de acogida, salen fuera y son tan extranjeras como todas las demás. Durante muchos años en este país se han estado creando muchos estereotipos negativos hacia las personas extranjeras en función de las nacionalidades o de los perfiles. Hay que romper con todo eso, no solo porque genera desigualdad y porque es el caldo de cultivo de un futuro racismo o de la xenofobia, sino porque además, es incompatible con esa ola de solidaridad. La gente tiene muchas dificultades para encontrar por ejemplo una vivienda. No se expresan bien, no han podido encontrar todavía un trabajo, no tienen una red. Por ello, la actitud de la sociedad es muy importante.
- ¿Cuáles son las principales barreras a las que se enfrentan cuando llegan aquí?
La principal barrera son los estereotipos. Las barreras las ponemos cada uno. Hay una parte que tiene que ver con la ciudadanía y otra que tiene que ver con la administración.
El acceso a los servicios públicos es complejo porque las personas extranjeras no tienen todos los derechos. Tienen los derechos en función del tipo del empadronamiento que llevan o en función del tipo de autorización que tienen. Y eso impide que puedan tener una integración normalizada y fluida. Cualquier apoyo es importante, como que cuando llega un refugiado se le ayude con el aprendizaje del castellano, con la formación ocupacional para conseguir un empleo, porque cuanto antes tengan sus habilidades homologadas, antes podrán seguir con los trámites. Pero sin embargo, el sistema tal y como está conformado no es apto para ellos. Por ejemplo en cuanto al aprendizaje del idioma. Las escuelas públicas de adultos abren las matriculaciones en septiembre y si llegas más tarde ya no hay opción de apuntarte. Tienen que esperar o buscar otra manera de avanzar.
En el caso de que ya se haya aprendido el idioma o ya se sepa, se procede a buscar un empleo. Desde aquí también les ayudamos con esta tarea. Pero las plataformas no siempre están preparadas para la introducción de datos como el NIE. Hay algunos cursos a los que solo se puede acceder electrónicamente a través del DNI y los específicamente creados para extranjeros siempre están llenos. Con lo cual, sigue habiendo una serie de trabas administrativas que hay que superar. Pero la más gorda tiene que ver con el Estado Español, porque como decía antes, 7 de 10 solicitantes de asilo ven denegada su solicitud y se convierten en extranjeros en situación irregular. Al cabo de un año y medio que han estado esforzándose por adaptarse y aprender, se les dice que no son refugiados y que son ilegales. Entonces entras en otra etapa de la vida en la que te has convertido en un irregular y te va pesando la amenaza de que te pueden expulsar al país del que has huido. Eso genera un retroceso en la persona, sobre todo a nivel psicológico y de integración enorme, porque es una vuelta a empezar. Y no tienes otras alternativas, porque hasta que no transcurren 3 años no puedes alegar que tienes arraigo en el país. Tienes que dejar el trabajo y pierdes los pocos derechos que habías ganado.
- Desde vuestra perspectiva, ¿creéis que la sociedad ha evolucionado en la percepción del problema?
Sí, se ha puesto sobre la mesa ciudadana, política y de los medios de comunicación una realidad que es tan antigua como el propio ser humano y que aunque ha estado invisibilizada durante muchos años, ahora la gente lo está conociendo más, tiene mayor interés y eso sin duda a las personas refugiadas les va a traer cosas buenas. Siempre y cuando se hable de los temas mediante un discurso serio y contundente en cuanto a cuál es nuestra responsabilidad con esta realidad, porque estamos hablando de derechos humanos y obligaciones internacionales que tenemos asumidas como país, a nivel internacional, europeo y estatal. Y luego como comunidad autónoma nos hemos pronunciado claramente en favor de la acogida y en favor de las personas. Hay que ser consecuentes y trabajar para que de ahí cualquier atisbo de racismo se ataje de raíz.
- En cuanto a la normativa gubernamental, ¿cuáles crees que son las líneas en las que más hay que incidir?
Nosotros tenemos solicitadas varias peticiones al Gobierno Estatal y al Gobierno Vasco. En cuanto a este último, están relacionadas con las competencias autonómicas, en relación al acceso de servicios públicos de las personas solicitantes y con la generación de convivencia. Las otras están dirigidas al Gobierno Estatal y con nuestra capacidad de incidencia para transformar de alguna manera el sistema. La primera manera de demostrar que existe un compromiso real en favor de las personas refugiadas es eliminando las barreras que impiden el acceso a Europa. Una petición clara es que España se retire del acuerdo de la Unión Europea con Turquía. Hay que crear vías de acceso seguras y legales para que la gente no tenga que morir en el mar a través de los bisados, de la posibilidad de solicitar asilo en las embajadas o a través de la activación real de los contingentes que se aprobaron hace un año de reubicación y asentamiento. Es decir, adoptar medidas que eviten que la gente muera y que puedan llegar a países seguros. Y luego hay otra gran deuda pendiente, elaborar un reglamento que desarrolle la legislación actual. Tenemos ahora una ley de asilo y protección subsidaria de 2009 que en teoría en el plazo de 6 meses se elaboraría un reglamento que desarrolle esa ley que es la que dice cómo se hacen las cosas, pero está sin aprobar. Eso implica que hay medidas o actuaciones que hay que llevar de cara a las personas refugiadas que no se adoptan porque, como no se sabe cómo se tienen que hacer, no se hacen. Por ejemplo, solicitar un visado en una embajada española y poder ser trasladado. La ley lo recoge, pero como no se ha aprobado el cómo se debe hacer, pues no se hace. Hay muchas acciones concretas y generales que como gobierno deberían llevarse a cabo.
- ¿Hay algo de otros países sobre lo que podamos tomar ejemplo?
Se tienen políticas más generosas y posiciones más contundentes de cara a la acogida. En teoría en Europa tenemos un procedimiento similar, aunque se habla de que no hay un sistema común de asilo y de que los estados se deberían poner de acuerdo, esto no es del todo cierto. Sí existe un sistema común de asilo que no se está poniendo en marcha. Los países lo están incumpliendo. Porque lo que se ha demostrado a raíz de esta crisis es que está primando la soberanía de los estados, en lugar del proyecto común. En teoría la creación de la Unión Europea era una cesión de soberanía en favor de un proyecto común y ahora lo que se está viendo es que eso está en el papel pero no en la realidad. Hay países europeos que son más generosos, que han estado más activos en cuanto a las políticas de acogida y que han sido más firmes a la hora de decir cuáles son nuestras obligaciones. Pero no hay ningún país realmente que no esté viviendo retrocesos importantes. Suecia siempre ha sido un ejemplo en cuanto a la acogida de refugiados, de hecho cuando aquí no había ni centros, allí tenían unos centros espectaculares. Ahora están surgiendo algunos movimientos que piden que se pare de alguna manera. Canadá está siendo muy generosos y sobre todo muy activo. No se andan con rodeos. Hay una guerra, hay que acoger a las personas y en tres meses han reasentado a 25.000 personas.
- ¿Cuál es el caso más claro en el que se aplica el estatuto de refugiado?
El caso más claro sería la persona que es muy conocida. Que tiene una historia indudable. Una persona refugiada tiene que demostrar que tiene un temor fundado y una persecución personal por las causas que recoge la convención. Personas de ese tipo hay de todas las nacionalidades, lo que pasa es que algunas tienen un liderazgo importante. En España el problema es la prueba. Personas que han liderado un movimiento político o que por su orientación sexual han participado activamente en la defensa de los derechos LGTB donde está ilegalizado, pueden ser un candidato. Pero todo gira entorno a la prueba.
- ¿Cómo aplicáis la perspectiva de género en los casos que os llegan?
Nosotros intentamos incorporar la perspectiva de género en todos los aspectos. De hecho es una de las líneas de trabajo. No solo en cuanto a la forma de intervenir con las personas, que desde luego hay que tener en cuenta la situación diferenciada de las mujeres con respecto a los hombres. Sino en los pisos de acogida, en la primera entrevista, en lo que es el proceso de solicitud de asilo… En todo lo que es intervención se tiene en cuenta la perspectiva de género por parte de todas y cada una de las trabajadoras de la asociación. Y luego hay otra parte que ha tenido que ver con nuestro trabajo en cuanto a la persecución por razones de género, que han estado invisibilizadas.
Las causas de la convención son la raza, la nacionalidad, la pertenencia a un grupo social determinado, las opiniones políticas y la religión. Pero explícitamente no se habla de género. No se habla de mujeres y hombres que por su orientación sufren persecuciones. Nosotros desde hace muchos años venimos trabajando esa línea. En España se ha evolucionado con respecto a esto cuando en 2007 se incorporó la ley de Igualdad a las mujeres refugiadas y posteriormente en el año 2009 se añadió a los anteriores cinco. Especialmente se recoge que el género y orientación sexual pueden ser motivos de persecución. Y eso es gracias a la incidencia que hemos ido haciendo desde las asociaciones.
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Tel: 94 424 88 44 (207)
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