Ciudades inclusivas y del aprendizaje

“La urbanización responde 
a dos aspectos contradictorios
pero indisociables, 
como las dos caras de una misma moneda.
El mundo constituye una ciudad (…) 
Esta gran ciudad constituye un mundo 
que reúne todas las contradicciones 
y conflictos del planeta (…) 
Esta diferenciación entre la población 
supone la aparición de desigualdades 
cada vez más acentuadas 
que se reflejan en la organización del espacio”

- Marc Augé

fotografía de Irene González

 

 

¿En qué espacios educamos y nos educamos? La ciudad estructura nuestra relación con el entorno, nuestros procesos de aprendizaje. Es por ello que la educación ha de promocionar la reflexión sobre el diseño de nuestras ciudades y territorios. La imaginación permite recorrer espacios, posibilita proyectar la inclusividad y la sostenibilidad en nuestras ciudades.

La ciudad en sí misma ha representado todo aquello que podría ofrecer dinamismo y oportunidades. Cuántos artistas acudían a las ciudades para vivir el ambiente cultural a comienzos del siglo XX, y cuántos otros, enmarcados en el éxodo rural, llegaban a los centros industriales durante los años 50 y 60, creando periferias y barrios obreros. La ciudad es siempre proyecto, espacio en permanente construcción. A veces se construyen fronteras, que no son necesariamente naturales ni evidentes. Las pálidas líneas divisorias pueden aparecer -y de hecho aparecen- en el entorno urbano. Cada ciudad dibuja sus espacios, transitados, transitables, marginales, habitables, exclusivos o excluyentes. Se crea centro, espacio transitorio, afueras, periferia o espíritu de barrio.

¿Cómo generar inclusividad? ¿Cómo hacer a la ciudad sostenible? ¿Cómo tornar la ciudad en espacio educativo?

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