Nuevos proyectos

Me recibió Atenas con calor, tal como lo hizo la primera vez que llegué. La bienvenida a la oficina de Prolepsis el lunes fue igual de cálida, y con cierto toque de urgencia. Siendo una organización tan pequeña, siempre hay cosas que  hacer, y mi ausencia a lo largo de las últimas dos semanas se notó bastante. El proyecto de comunicación en salud en el que varios países (Alemania, Grecia, Chipre, España y Polonia) habían colaborado había sido devuelto con comentarios y revisiones de las que me tendría que encargar yo. Mi supervisora, recién llegada de su luna de miel, también tenía el plato lleno de proyectos con necesidad de atención. El programa DIATROFI, que diseña y  provee comidas nutritivas a escuelas primarias Griegas con estudiantes de alto riesgo (migrantes, refugiados, Romaní y de familias de bajos recursos) está en marcha con el comienzo del año escolar.

Atenas duerme en verano, con sus habitantes tomando refugio de la vida urbana en sus múltiples islas cercanas. Con la llegada del otoño, las calles que antes se veían vacías están llenas de gente. No hay donde sentarse en el metro, y aunque los días sean más cortos, mis viajes de ida y vuelta a la oficina se sienten más largos.

A los dos días de llegar recibimos la gran noticia que la Comisión Europea nos acaban de aprobar la financiación de un propuesta titulada «Fortalecer Atención en la Comunidad para reducir al mínimo las desigualdades de salud y mejorar la integración de los migrantes vulnerables y refugiados en las comunidades locales».

La integración de los refugiados en las comunidades locales de Grecia y en otros países que los hospedan me parece imprescindible. Actualmente se alojan en lo que mayormente se pueden describir como campos de concentración, y no es casualidad que el alejamiento de estas personas vulnerables de la población general haya contribuido en gran parte a la debilitación de la empatía entre los griegos. Cuanto menos se ve el sufrimiento de los refugiados, menos se personaliza el problema como tema de derechos humanos. Pero la integración no es fácil. El gobierno griego ha estado proponiendo una integración general de niños refugiados en escuelas primarias de varias comunidades por todo el país desde febrero, y decir que las propuestas han sido mal recibidas sería generoso.

Aun así, el temor a la integración tampoco es completamente injustificado. Es difícil encontrar un equilibrio con respecto a dónde dedicar las energías de las entidades capacitadas en Grecia. Por una parte, se reconoce que hay gran necesidad por parte de los refugiados. Sin embargo, Grecia actualmente sufre graves faltas de recursos para sus propia ciudadanía. No existen fondos de apoyo para el sector público. Hay hospitales a los cuales les faltan médicos. En las escuelas, maestros que han dejado de presentarse por falta de compensación. Aceras que llevan años sin baldosas. Niños que se desmayan en el colegio por falta de comida en casa. Y con poca ayuda del extranjero, se les propone una sobrecarga que a muchos griegos les parece imposible.

Desde Grecia, por Paloma Ellis

Imagen tomada en el barrio de Kato Patisia en Grecia.
Imagen tomada en el barrio de Kato Patisia en Grecia.

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