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¿Quién merece irse?

¿Quién decide cuál es un motivo suficiente para dejar su hogar? Tras una conversación con un compañero de trabajo, le he dado bastantes vueltas a esta pregunta en particular. El movimiento de los seres humanos no es una novedad. Pero últimamente, este tema está al frente de la conciencia social, y parece que hay una variedad de opiniones sobre lo que justifica tener que irse.

Esta distinción entre quien merece o tiene suficiente justificación para ser considerado un refugiado de prioridad ha creado ciertas tensiones entre grupos migratorios alojados en Grecia. En particular, hay bastante resentimientos entre los grupos afganos, que se consideran despreciados a causa del tratamiento preferido que reciben los sirios con respecto al acceso a los recursos y programas de reubicación. No hay persona que dude de que la crisis en Siria es una muy grave, que no da señales de mejora. Los refugiados de Siria lo han perdido todo, han sido separados de sus familias, y han arriesgado sus vidas para huir de un sitio al que probablemente no puedan volver. La visibilidad de la crisis en Siria es expansiva, en gran parte por la rapidez con la que se ha desarrollado en los últimos años causando el gran volumen de refugiados que han cruzado desde Turquía u otros canales. Sin disminuir la gravedad de lo que los sirios han sufrido, sus historias no son singulares. El movimiento de personas en zonas de conflicto forma parte de la gran narrativa internacional. Los refugiados de afganistán con quienes he tenido la oportunidad de hablar son del grupo étnico Hazara, por ejemplo. Los Hazara, una minoría étnica de musulmanes chiítas, han sido víctimas de genocidios y desplazamientos forzados desde finales de los años 80, y con mayor gravedad desde el año 2000. La persecución de los Hazara no ha cedido y afganistán sigue siendo un lugar de alto nivel de inseguridad, con familias separadas por países y océanos con poca fe de que puedan verse en un futuro próximo. Estas historias también son trágicas, y para los Hazaras en Grecia (o los paquistaníes, los kurdos, o somalíes) es comprensible que haya resentimiento hacia los sirios quienes reciben la mayor atención y recursos. ¿Quién dice que los horrores que han vivido son menos válidos, especialmente aquellos que son víctimas de conflictos prolongados?

Hay algo que me parece inherentemente injusto en cualificar el sufrimiento de un ser humano. Me parece igual de injusto requerir que una población pierda todo y que huya entre bombardeos para que ayudarles sea justificable.  Entiendo que los recursos que pueden ofrecer los cuerpos gubernamentales son limitados en muchos sentidos, aunque falta mucho por convencerme que hacen todo lo que pueden. La limitación de recursos requiere la imposición de parámetros y prioridades. Se exige definir la necesidad de un individuo a base de datos y cifras de una población entera. Y esto también lo entiendo, y la evaluación individual de cada tragedia personal es impráctico. Tampoco conozco las matices de la política internacional para ofrecer soluciones concretas. Aun así, tomando esto en consideración, creo que es importante al nivel personal abstenerse de calificar las razones que una persona tiene al dejar su hogar. Querer vivir mejor debería ser razón suficiente.

Paloma Ellis
Migrantes afganos llegan a Grecia
Migrantes afganos llegan a Grecia

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