Entrevista a Cristina Rojas

Hoy traigo el testimonio de una mujer luchadora y valiente que ha sabido superar las adversidades del camino. Cristina nos habla sobre Colombia, las mujeres y la superación personal.

Por Nahia Varela Molina.
Alumna del grado en Relaciones Internacionales de la Universidad de Deusto.

Buenos días Cristina, ¿cómo te definirías en pocas palabras?

Buenos días, mi nombre es Cristina Rojas y vivo en Getxo, casada y madre de un hijo de 9 años. Vengo de Florencia, Caquetá, Colombia. Soy ingeniera agroécologa y llevo 11 años viviendo en Euskadi

¿Qué te trajo a Euskadi?

Como te comentaba, yo estudié ingeniera agroecológica allí en Colombia. Una vez finalicé mis estudios, el director de mi tesis me presentó la idea de seguir estudiando en el País Vasco. Me informé sobre ello y me presenté a una beca de movilidad. Fui seleccionada y pude venir a Bilbao para estudiar el máster en agrobiología ambiental en la UPV.

¿Cuál fue tu reacción ante esa oferta?

Yo trabajaba en Colombia como instructora de cultivos de cacao, de huerta… Mi padre me insistió en que siguiese estudiando para desarrollar mi potencial y que saliese del pueblo de una vez [ríe]. Yo le dije que quería ir a España y que me iba a postular para una beca para poder estudiar el máster allá. Y aquí estoy.

¿Querías salir de Colombia?

Sí, quería tener la oportunidad de estudiar fuera de mi país como manera de ganar experiencia.

¿Hubo otro tipo de condicionantes que te hicieron querer salir de Colombia?

Sí. Mi familia es católica y las normas eran muy estrictas. Por ejemplo, yo tenía novio y no les podía dar mucha información ya que no es bien visto que las parejas vivan en unión libre sin estar casadas. La religión tiene mucho peso en Colombia y los valores católicos se te inculcan desde niña.

¿Cómo fueron tus primeros pasos en Euskadi?

Fue difícil. Encontré un gran apoyo en la iglesia. Mi pareja y yo fuimos a preguntar para unirnos en matrimonio y así el párroco nos ayudó y nos casó. También nos invitó a un grupo de oración y diálogo con otras mujeres latinoamericanas. Por otro lado, la dotación económica de la beca no era suficiente para hacer frente a todos los gastos. Por suerte, el párroco nos ayudó con alimentos y trabajo, pues yo me quedé embarazada nada más terminar mis estudios. También pedimos ayuda en Cáritas y afortunadamente nos acogieron dándonos bonos para la compra, la comida, la ropa… para nosotros y el bebé.

¿Tuviste dificultades para encontrar trabajo al acabar el máster?

Sí. El no saber euskera fue una gran desventaja. De todas formas, necesitábamos dinero y el párroco me consiguió trabajo de cuidadora. De hecho, desde que llegué he sido cuidadora de mayores y niños, y limpiadora.

Me llama la atención que a lo largo de 11 años y con una formación tan cualificada no hayas tenido la oportunidad de ejercer tu labor profesional. ¿Te gustaría, no obstante, poder dedicarte a la ingeniería?

Por supuesto. Me he dado cuenta de que la presión muchas veces la ejerces tú sobre ti misma. Te sientes en inferioridad de condiciones por el hecho de ser mujer e inmigrante.

¿Por qué nosotras mismas creemos que podemos aspirar únicamente a labores de limpieza o cuidado? Sin embargo, una vez desperté y dejé de creerme esa mentira, así que decidí seguir formándome.

En el colegio de mi hijo hubo una iniciativa de huerta urbana donde yo ayudé con un Crowdfunding local. Aquello despertó un “yo” mío que estaba dormido. He hecho una formación en el Behargintza de Erandio con Gardabera como parte del Proyecto HAZILAN 2019. Esta formación está dirigida a personas entre 20 y 44 años que poseen una titulación universitaria y se encuentren en situación de desempleo. Lo vi como una oportunidad de soñar libremente sobre mí misma ejerciendo mi pasión. Así he podido sentirme útil y capaz gracias a las prácticas que realicé en la empresa Gizartelur Sociedad Limitada. Allí me sentí apoyada.

Quiero seguir adelante con esto ya que da luz a mi vida. También quiero seguir como voluntaria de Cáritas y ayudando en el huerto, donde comparto oficio con otras personas migrantes que también tienen una historia que contar.

¿Quisiste volver a Colombia en esos momentos duros?

Yo siempre he sido una persona muy familiar. En Colombia vivía rodeada de toda mi familia. Además, yo era la única hija de mi madre. Me hubiese encantada haberla tenido cerca a lo largo del embarazo. Decidimos quedarnos por la tranquilidad, oportunidades y por las condiciones de vida.

¿Qué balance haces de estos años en Euskadi?

Me siento orgullosa de haber salido adelante de manera autónoma y autosuficiente. Hemos luchado y hemos sacado adelante nuestro matrimonio, la educación de nuestro hijo… A pesar de los momentos duros, puedo decir que he vivido 11 años de cosas bonitas.

Estoy orgullosa de haber sido capaz de integrarme y de vivir feliz y libremente. He sentido que ahora soy otra persona. Lamentablemente, he dejado Colombia atrás. Colombia me duele. La situación allí es cruel y difícil, ahora este es mi mundo y estoy centrada en mi vida en España.

¿Afecta eso a tu noción de la libertad?

Claro. La Cristina de Colombia era una mujer mucho más inocente. Cuando vine a España empecé a tener responsabilidades, obligaciones y dificultades: la comida, el alojamiento, mi hijo, mis estudios… La situación fue muy difícil y en ese momento sentí privadas mis libertades más básicas.

Yo me he hecho libre. España me ha ayudado a cambiar mi propia percepción de la libertad. En Colombia las mujeres tienen una condición muy por debajo de los hombres. Aquí, aunque poco a poco, la situación afortunadamente está cambiando. He encontrado la libertad en este país. He dejado de ser una mujer sumisa y supeditada a las órdenes de los hombres. Las mujeres podemos hablar, opinar, decidir… Yo como mujer lo quiero hacer, quiero ser libre.

¿Y ahora qué?

Estoy trabajando, tenemos comida, educación, gente que nos acompaña… Se han logrado cosas, lento, pero se han logrado. Tengo ilusión, fe y esperanza de que la situación mejore aún más. Hay que mirar hacia adelante. Como decimos en Colombia: ’pa’ tras ni pa’ coger impulso!

También quisiera que el Gobierno Vasco apoyara a la mujer inmigrante y profesional dándole una facilidad de acceso laboral. Además, los inmigrantes necesitamos apoyo. No solo necesitamos ayuda, sino también motivación para sentirnos capaces de integrarnos en un país diferente. Ha sido difícil llegar y es duro enfrentar la vida aquí. Existen barreras, como el idioma, que nos lo ponen difícil para entrar a jugar en esta sociedad. Que nos hagan sentir que valemos y reconozcan nuestra capacidad de ayuda y apoyo.

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