1€ = 86 céntimos

Por Marta Vázquez Razquin.
Alumna del grado de
Relaciones Internacionales de la Universidad de Deusto.


Un euro equivale a 86 céntimos. De primeras, es probable que no sepamos qué es lo que indica esta afirmación, ya que en un principio, un euro es un euro, ni un céntimo más, ni un céntimo menos. Y aunque en teoría así es, en el contexto sobre el que voy a hablar a continuación no lo es.

Tal y como indica la Comisión Europea, la brecha salarial entre hombres y mujeres en España se sitúa en el 11,9%, lo que se refleja en ese “1€ = 86 cent.” No obstante, es necesario realizar aquí un inciso, ya que esos 86 céntimos son para todas las mujeres de manera genérica. Con esto me refiero a que no se realizan más análisis para reflejar las diferencias entre mujeres, ya que ya sea por su origen étnico-racial o las discapacidades que tenga, esa brecha se ve aumentada considerablemente, además de la profesión a la que se dedican.

Hay personas que a esta disparidad responden diciendo por ejemplo que es porque los hombres trabajan más y/o mejor, o porque están mejor preparados para los puestos de trabajo que tienen salarios superiores (el fenómeno de la meritocracia). La realidad es que las mujeres además de tener que cumplir con los requisitos del puesto de trabajo, entendiendo que al igual que los hombres, se tienen que enfrentar a varios fenómenos, de los cuales probablemente el más conocido sea el “techo de cristal”.

Para aquellas que no lo conozcan, los estudios de género definen el “techo de cristal” como la barrera, en ocasiones invisible, en el camino del éxito con la que las mujeres se encuentran a lo largo de sus carreras profesionales. Es un término que fue acuñado por Marilyn Loden en 1978, y que a día de hoy sigue siendo muy importante.

Otro de los fenómenos es el “acantilado de cristal”, acuñado por Michelle K. Ryan y Alexander Haslam. Éste afecta a las mujeres en posiciones de liderazgo, que los estudios indican, que las mujeres tienen más probabilidades de alcanzar puestos de dirección en épocas de crisis, épocas en las que el fracaso es más probable. Un ejemplo que pone esta investigadora es el caso de Theresa May, que fue elegida como primera ministra de Reino Unido tras el referéndum del Brexit y sufrió las consecuencias de este fenómeno.

También están las “paredes de cristal”, que además de señalar de que el avance ni siquiera es horizontal, ya que las personas con discapacidades tienen dificultades incluso de acceder a educación debido a los horarios, requisitos de asistencia y el capacitismo en las clases; el techo de cristal es un fenómeno también de privilegio de clase.

Con el objetivo de reducir estas disparidades hay instituciones y empresas que han comenzado a establecer un sistema de cuotas para asegurar que haya un mínimo de plazas cubiertas por mujeres. Es una medida que también ha sido criticada debido a que causa que “mujeres no preparadas consigan el trabajo por el mero hecho de ser mujeres”. Esto no podría estar más lejos de la realidad. Como ha descubierto un estudio realizado por la London School of Economics, lo que estas políticas logran, es evitar que hombres incompetentes consigan esas plazas.

Es cierto, que nos queda todavía mucho camino por recorrer, no solo para acabar con la brecha salarial y la disparidad de género, sino también para terminar con las diferencias entre mujeres, y así lo determina Naciones Unidas en su Objetivo de Desarrollo Sostenible número 8. No obstante, no debemos perder la esperanza de que es un objetivo alcanzable y debemos luchar como sociedad para lograr esa igualdad que merecemos.

Marta Vázquez Razquin.
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Foto: UN Women/Pornvit Visitoran. | Lebanon, 2015. Photo: UN Women/Joe Saad | Kenya, 2016. Photo: CIAT/Georgina Smith.

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